Hoy coincide el número del día con el número del día. Hoy es suyo. Hoy es el día en que se ha convertido en campeón del mundo de Fórmula 1 por primera vez. Hoy es el día en el que su dorsal y su paso por la máxima competición del motor será recordado para siempre, si ya lo era antes, a partir de hoy más. Hoy vuelve a ser un día de este noviembre de finales. Y a la vez de principios. De principio de las celebraciones que se alargarán en el tiempo y de una era que no finalizará hasta noviembre de 2017. Hoy toca de nuevo y como siempre recordar. Recordar la merienda de aquel domingo por la tarde en el que una temporada más se acababa el circo. Recodar el vídeo de despedida que se cortaba pero que alguien me enseñó. Recordar cómo empezó esto y compararlo con cómo ha terminado. Recordar las carreras, los momentos, los días de gran premio o las clasificaciones que no pude ver por razones obvias. Recordar el parón en verano y la vuelta en Bélgica. Recordar la cita en julio, en su propia tierra, en su propio circuito, aunque a miles de kilómetros. Recordar la emoción del principio, las adivinanzas que parecían increíbles pero ciertas, las situaciones espectaculares, el riesgo, la pasión, la velocidad, la incertidumbre por aquellos primeros minutos en pista de los que bien parado salió el que veremos al año que viene. Recordar la primera crónica, las comidas en torno a ellas y las dobles pantallas. Siempre dobles. Así funcionaba esto. Doble o nada. Aunque el ganador sea siempre uno. Hoy tiene nombre y apellidos. Y se llama Nico Rosberg. Hace meses que lo hablamos. Una suposición más. Una aventura más. Hoy convertida en una realidad. Pero no en una realidad más. No una realidad cualquiera.
Besitos
B