Hoy voy a hablar de algo nuevo en este blog. Eso es lo que me gusta de tenerlo, que puedo dedicar tiempo a todo lo que quiera, en mayor o menor medida. En el caso de hoy es alimentación. No soy una experta en el tema, ni mucho menos, pero con el tiempo he ido descubriendo, leyendo, encontrando o experimentando una serie de cosas que pueden ser de interés para llevar un control de lo que comemos con normalidad. No consiste esto en obsesionarse con todos y cada uno delos bocados que damos a lo largo del día, pero no está de más llevar un pequeño control o al menos tener consciencia de lo que hacemos o no con nuestro cuerpo. Así que aquí van mis descubrimientos.
1. Las galletas no son lo más ideal
Empezar el día con un buen desayuno es algo básico del equilibrio en la alimentación pero normalmente por falta de tiempo no nos entretenemos lo que se debería. He leído mil cosas sobre todo lo por ello que no es muy bueno para desayunar y me he dado cuenta de que es justo lo que llevo desayunando casi toda mi vida. Y no he dejado de hacerlo pero ahora lo hago sabiendo que lo hago y regulándolo de vez en cuando.
Por ejemplo, he descubierto que las galletas son unas de las peores opciones para empezar el día. En concreto y para sorpresa de muchos, las Digestive, sean de la marca que sean. Según he leído, es más sano comerse cinco galletas María que una Digestive. Aunque estas últimas lleven indicadas en el envase que están elaboradas con harina integral y que tienen alto contenido en fibra, por lo que he podido leer la fibra lo que hace es secar el alimento. Lo que hacen en este caso es añadir grasas al alimento para que no se note que está seco, y es ahí donde se dispara el contenido en grasa.
¿El problema? Que están buenísimas, son grandes, blanditas y perfectas.
Con esto no quiero decir que tengamos que borrar las galletas de nuestra vida. Para mí son una de las cosas más ricas que existen en casi todas sus versiones y comer galletas de vez en cuando es un placer que no tenemos por qué negarnos.
2. ¿Por dónde empiezo?
Otro truco a la hora de desayunar sobre todo si os levantáis con hambre es no poneos a desayunar en seguida porque acabaréis comiendo más de la cuenta. Aunque vayáis con el tiempo justo seguro que que tenéis dos minutos para comeros una pieza de fruta. Un kiwi siempre es una buena opción: nos aportará la primera cantidad de vitaminas del día y además nos llenará un poco para que no cojamos con tantas ganas los dulces de después.
Creo que a estas alturas nadie duda de que el mejor desayuno posible es una tostada de pan (integral, aunque normal también vale) con unas gotas de aceite de Oliva. Lo mismo, si no tenéis tiempo, lo mejor es que lo dejéis todo preparado la noche anterior: el tostador o la sartén a mano, así como el pan y los instrumentos necesarios para prepararlo.
3. La fruta siempre viene bien.
Para cualquier hora del día lo que nunca viene mal es la fruta. Cuando paso mucho tiempo fuera de casa noto que bebo menos agua y la fruta me apetece. Tiene líquido y me refresca. Podéis comer todas las que queráis, eso sí, si tenéis ganas de llenar el estómago de verdad seguro que con estas piezas no servirá y acabaréis buscando algo más calórico que os sacie. Será mejor que lo hagáis y que os deis un pequeño capricho, un trozo de chocolate, unos frutos secos, un sándwich de pavo y queso pero sin que se dispare la gula y sabiendo parar.
4. No olvidarse de beber agua siempre.
Beber mucha agua es algo que me parece muy importante. Como os he dicho, no siempre lo vemos posible, aunque deberíamos encontrar ratos para esto, pero a veces porque no tenemos a mano, o tiempo o simplemente sed, nos limitamos a beber durante las comidas. Lo ideal es llevar siempre una botella en el bolso que además de refrescanros e hidratarnos nos puede sacar de muchos apuros.
Beber agua antes de las comidas también dicen que es una estrategia para engañar al estómago e ingerir menos comida.
Consejos
Cómo veis, he hablado de cosas bastante sencillas. Seguro que algunas ya las conocíais.
Pero de entre dos me quedaría con esta:
No comáis si no tenéis hambre y comed siempre que tengáis hambre.
No sé si suena radical (recuerdo que no soy una experta) pero lo que quiero decir es que muchas veces comemos por comer. A lo mejor nos hemos tomado ya nuestra ración normal pero sentimos la necesidad de seguir comiendo aunque en realidad ya no tenemos hambre. Esto suele pasar a menudo con los snacks, que tendemos a comernos la bolsa entera cuando con la mitad ya hemos saciado nuestras ganas.
Hacer lo contrario también es un error. Imaginad que lleváis toda la tarde con ganas de merendar algo pero os estáis reservando para la cena. Creo que esto puede originar el efecto contrario al deseado, porque entonces cuando os sentéis a la mesa os lo querréis comer todo, lo normal y lo añadido, y además, en pocas horas os iréis a la cama y os acostaréis más llenos de lo habitual.
Cada uno tiene sus métodos, sus ritmos . Lo que hay que hacer es analizar lo que se que se quiere y perseguirlo poco a poco. Dedicarle atención a aquello que nos apetece dársela y hacerlo.
Yo solo espero que os hayan servido de algo mis pequeños consejos y estaré encantada de conocer los que sigáis vosotros.
Besitos
B
Besitos
B