El Hotel Madrid Marriot Auditorium se vistió de gala para acoger la 30º edición de los Premios Goya.
Los galardones más importantes del cine español, se entregaron anoche en el Centro de Congresos Príncipe Felipe abarrotado de actores, actrices, directores, y demás personalidades del panorama cinematográfico español, con alguna que otra visita internacional y de profesiones ajenas al séptimo arte. Así vimos también a políticos o cantantes pasando por la alfombra roja de unos premios que se caracterizaron por la abundancia del color blanco en los vestidos de los invitadas.
Desde las 20:15 h de la tarde, TVE nos ofreció los mejores momentos de la llegada de los invitados previa a la gala que dio comienzo a las 22:02 h de la noche, con un Dani rovira como maestro de ceremonias. Tras el número musical inicial, los premios se fueron sucediendo hasta la 1:10 h de la madrugada, cuando se entregó el galardón mas esperado de la noche: el Goya a Mejor Película que fue para Truman, filme que también salió ganando en cinco ocasiones como con las interpretaciones de Javier Cámara y Ricardo Darín, premiados como Mejor Actor de Reparto y Mejor Actor Protagonista, respectivamente.
Natalia de Molina fue para mí la gran sorpresa de la noche al alzarse con el Goya a la Mejor Actriz protagonista por su papel en Techo y comida, dejando a Inma Cuesta, Penélope Cruz y la francesa Juliette Binoche sin premio, mientras que Irene Escolar, recién llegada del teatro, se pasó por el Auditorium sin saber que acabaría la noche con su Goya a Mejor Actriz Revelación entre las manos por Un otoño sin Berlín.
Uno de los mejores momentos de la noche lo protagonizó Miguel Herrán, un desconocido chaval de 19 años que se hizo con el premio a Mejor Actor Revelación por su papel en A cambio de nada, la ópera prima de Daniel Guzmán, al que dedicó las palabras más bonitas que se escucharon desde el patio de butacas de esta 30º edición de los Goya, dándole las gracias "porque era un chaval sin ilusión ni ganas de nada al que le has dado una vida". El actor que nos hizo reír en Aquí no hay quien viva, quien además recogió el Goya a la Mejor Dirección Novel con lágrimas en los ojos y ofertando a su abuela ante los productores presentes en la sala, acudió a la gala con su abuela Antonia, de 93 años, nominada a Mejor Actriz Revelación y vestida por ella misma, según declaró sobre la alfombra roja.
Natalia de Molina fue para mí la gran sorpresa de la noche al alzarse con el Goya a la Mejor Actriz protagonista por su papel en Techo y comida, dejando a Inma Cuesta, Penélope Cruz y la francesa Juliette Binoche sin premio, mientras que Irene Escolar, recién llegada del teatro, se pasó por el Auditorium sin saber que acabaría la noche con su Goya a Mejor Actriz Revelación entre las manos por Un otoño sin Berlín.
Uno de los mejores momentos de la noche lo protagonizó Miguel Herrán, un desconocido chaval de 19 años que se hizo con el premio a Mejor Actor Revelación por su papel en A cambio de nada, la ópera prima de Daniel Guzmán, al que dedicó las palabras más bonitas que se escucharon desde el patio de butacas de esta 30º edición de los Goya, dándole las gracias "porque era un chaval sin ilusión ni ganas de nada al que le has dado una vida". El actor que nos hizo reír en Aquí no hay quien viva, quien además recogió el Goya a la Mejor Dirección Novel con lágrimas en los ojos y ofertando a su abuela ante los productores presentes en la sala, acudió a la gala con su abuela Antonia, de 93 años, nominada a Mejor Actriz Revelación y vestida por ella misma, según declaró sobre la alfombra roja.
La novia, dirigida por Paula Ortiz y protagonizada por Inma Cuesta, obtuvo dos premios de las doce candidaturas en las que estaba nominada, incluyendo Mejor Actriz de Reparto para Luisa Gavasa, y Mejor Fotografía.
Nadie quiere la noche de Isabel Coixet consiguió tres estatuillas, entre ellas, Mejor Dirección de Vestuario, mientras que el Goya a Mejor Canción Original se lo llevaron Pablo Alborán y Lucas Vidal, por Palmeras en la nieve. Este último subió al escenario dos veces seguidas para recoger también el premio a Mejor Música Original por el filme de Coixet. Atrapa la bandera logró el Goya a la Mejor Película de Animación y el Goya de Honor se lo entregaron sus sobrinas a Mariano Ozores, quien puso en pie el auditorio.
La 30 º edición de los Goya estuvo presentada por un Dani Rovira que nos ayudó a recordar lo que teníamos y lo que no teníamos hace 30 años cuando se celebraron estos premios por primera vez. La política fue una vez más tema de chiste, aunque sin recrearse demasiado, y el criterio de uso de la "musiquilla" que interrumpía la intervención de los ganadores fue puesto en duda incluso por Ricardo Darín. El discurso del Director de la Academia pareció precipitado de manos de un Antonio Resines con muletas y aparentemente nervioso, en el que dejaba parecía esconderse Diego Serrano. Juegos de palabras, pocas actuaciones y conversaciones "espontáneas" rellenaron una gala que fue despacio al principio y empezó a correr al final.
Sea como fuere, los premiados están hoy ya buscándole un sitio a su nuevo Goya y el cine español ha vivido, una noche más, su gran fiesta, haciendo felices a casi todos, y sobre todo, haciendo soñar con que conseguir un Goya es posible.
Sea como fuere, los premiados están hoy ya buscándole un sitio a su nuevo Goya y el cine español ha vivido, una noche más, su gran fiesta, haciendo felices a casi todos, y sobre todo, haciendo soñar con que conseguir un Goya es posible.
