Viendo el título de esta entrada se podría interpretar que no queda nada. Pero no es así. Aunque a veces lo parezca. En su momento sí que no quedaba nada. Nada más que un día, unas horas. Había llegado el momento. El momento que llevaba esperando 30 días, o quizás toda una vida. Pero como todo, llegó y pasó. Y estas tres ahora tenemos lo que queda de existencia para recordar lo que ha sido uno de los sueños más esperados de mi vida. Solo puedo dar las gracias a todo lo que ha sucedido que me ha llevado a vivir esto. Y ya está. Nada más. El resto se queda grabado. En cada foto, en cada momento, en la memoria y en los ojos. Da pena pensar que ya no está, que se ha ido. Que después de tanto tiempo esperándolo ya ha pasado. Pero el pasado está para eso: para recordarnos que lo vivido fue real.
Sé que no es la mejor foto. Ni la más bonita ni la más definida. Pero es mía. Mía.
Besitos
B