Hay determinados vestidos que enamoran. No porque sean muy elegantes, ni elaborados, ni incluso de buenísima calidad, sino porque son ponibles, sencillos y podemos usarlos en situaciones en las que no sea necesario ir perfecta pero nosotros nos sintamos así con ello. En esa categoría metería los dos que os enseño hoy. Sin verlos en persona me parece que están hechos de un tejido como de toalla por lo que sería perfectos para la playa y no sé si para algo más, pero está claro que gracias a sus colores y a sus diseños se podrían incluir en más situaciones. Los escotes en verano están más que permitidos porque con el calor es mucho más fácil de llevarlos que en invierno, por eso estos vestidos con aberturas por delante, por detrás o por los laterales son aún más perfectos para lucir moreno (o no) en la playa, o donde queramos llevarlos. Son de inspiración romana, al menos el amarillo, con escote en uve de acabado cuadrado, corte a la cintura y espalda prácticamente descubierta solo tapada por los tirantes anchos plisados. Los escotes laterales lo hacen la prenda ideal para esta estación. El negro de infinito escote en pico por delante y cruzado por detrás es similar en los laterales que también dejan al descubierto la piel y combinado con según qué accesorios puede servir para cualquier ocasión. Lo mismo con el otro. Por eso digo que son perfectos, aunque no lo sean. Pero, ¿quien decide cuándo algo es perfecto o no?