Siento que se va a terminar el invierno y que no veo algo parecido a la foto que os enseño hoy.
Puede que media España haya salido hartísima de nieve teniendo en cuenta las tremendas nevadas que han caído por el norte sobre todo y los problemas a los que se han tenido que enfrentar. Situaciones que no sucedían desde hace muchísimos años o que incluso no recordaban haber vivido nunca. Pero me gusta la nieve. ¡Qué le voy a hacer! Quizás porque, como dice mi abuelo no he tenido que pisarla como él, o porque no la he tenido nunca de cerca en grandes cantidades o por eso de querer siempre lo que no se tiene.
El caso que este invierno he echado de menos eso que a estas alturas dudo mucho que vaya a suceder, aunque nunca se sabe. Hace tres años nevó un solo día en todo el invierno y fue el 21 de marzo, es decir, el día que entraba la primavera. Lo recuerdo especialmente. No fue un día cualquiera. Fue el día en que estoy segura todos sentíamos que no podíamos faltar a clase aunque lloviese o nevase porque cada uno de nosotros éramos imprescindibles allí. Si algo nos enseñaron es que en una producción formamos un equipo donde todos somos igual de importantes porque unos dependen de otros y así sucesivamente. Ese día empezábamos la grabación de En Corto, una de las mejores experiencias que vivimos en esos dos años y cuya mejor parte vino cuando finalizó, al menos para mí.
Pero eso es otro tema.
Es cierto que ha nevado en alguna ocasión desde Enero hasta hace unas semanas pero no lo suficiente. Odio cuando la gente dice alarmada "¡está nevando, está nevando!" y te asomas y ves una finísima capa de nieve que no llega ni a dos centímetros, ni a uno... Que el suelo se cubra de blanco no quiere decir que haya nevado en condiciones y yo vuelvo a repetir que echo de menos la nieve. La nieve de verdad. Esas nevadas en las que sales a la calle y la nieve se te cala por encima de las botas, en las que puedes coger bolas sin dejarte los guantes contra el suelo de la calle y en las que la claridad nos hace daño a los ojos. Es increíble que algo que nos puede llegar a causar tantos estragos sea capaz de transmitir a la vez tanta sensación de calma y tranquilidad. A mí al menos me pasa. Cuando nieva no hace excesivo aire, ni nos molesta la lluvia, ni hace demasiado frío...vale que no hace sol ni 25 grados pero es invierno, ¿qué queremos? Es lo que toca y me gusta que las cosas sucedan cuando tienen que suceder. Todo tiene su lugar y su momento y las cosas a destiempo nunca, nunca, vienen bien.
Besitos
B