El verano es locura. Son viajes, lugares, momentos... y hay que estar preparados para cada uno de ellos. Pero con preparados no quiere decir que tenga que suponer un quebradero de cabeza estar perfecta siempre porque, en primer lugar, no se pretende eso y porque en verano además es mucho más fácil acertar.
Las maletas siempre son complicadas de hacer, aunque coincidiréis conmigo en que es mucho mejor hacerlas que deshacerlas, pero la garantía del buen tiempo es siempre un punto a favor. Para veranear en el Levante, no es necesario complicarse mucho, por no decir nada. Vestidos ligeros, sandalias, y algún pantalón corto vaquero (o no) combinado con mil camisas distintas es lo más socorrido y acertado.
Como complementos lo mejor es llevar un bolso pequeñito en el que quepa lo esencial y una botella de agua para acompañar por el paseo marítimo porque tampoco se va a hacer mucho más.
Si las vacaciones son por el norte entonces es necesario meter algo más de abrigo porque hará falta, aunque sea pleno mes de julio. Lo imprescindible es algo de manga larga tipo una chaqueta de chándal para poder usar en cualquier momento y una chaquetilla o jersey para la noche.
En esta ocasión sí que será útil meter uno o varios pantalones largos, vaqueros, por ejemplo, que siempre son un acierto o aprovechando el verano los pantalones de color, porque salir de corto de noche es arriesgarse. Las sandalias pueden ser demasiado frescas así que las alpargatas son una buena opción, porque permiten ir sin medias pero aportan algo más de abrigo.
Sin olvidar por supuesto las zapatillas como Converse, Victoria, etc. que siempre vendrán bien sobre todo en zonas en las que sierra y playa se funden.
Hasta ahora me he basado en la ropa que llevaremos una vez salgamos de la playa, para dar un paseo, ver un mercadillo o salir a cenar, pero para pisar la arena y bañarnos en el mar la receta es más simple aún. Bikinis, vestidos ligeros para ir a la playa o pantalones cortos con camisetas.
La ventaja de los vestidos es que no se mojan tanto y pasa más desapercibido para no tener que ir empapado hasta casa, además permite cambiarte si prefieres ponerte otro bikini seco en plena playa.
Chanclas y un bolso para meter la toalla, crema y demás objetos es lo imprescindible, además de gafas de sol o sombrero, cosa que cuando se olvida se echa de menos.
Para las playas pedregosas lo ideal son unas zapatillas para poder bañarnos con ellas, como las típicas cangrejeras que ahora hay en muchos modelos distintos.
Con estas opciones plagadas de básicos, tendríamos una maleta preparada para unos días de descanso sin complicarnos demasiado y sabiendo que llevamos todo lo necesario para que ya solo tengamos que preocuparnos de pasarlo bien y no de lo que nos falta o lo que nos sobra. Estar en un sitio de vacaciones y disponer solo de lo que llevas en la maleta para sobrevivir es el mejor ejemplo de que a veces hay que conformarse con lo que se tiene y hacer lo que se puede con ello. Cosa que no está tan mal.
Besitos
B
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