Como siempre digo, parece que fue ayer...Parece que fue ayer cuando cumplí 20 años y dentro de unas horas ya hará un año. 365 días que he tenido para disfrutar de estos 20 años y ahora que empezaba a acostumbrarme a ellos se me acaban. Porque al principio me parecían exagerados. Me sentía igual que cuando tenía 17. Ahora, creo que ya no. He asumido y aprendido lo que es pasar de los teen y entrar en la década de los 20, porque aunque parezca que no, cambian cosas y eso se nota.
Ha habido días buenos y malos, ratos geniales y ratos que no querría volver a repetir ni en 100 años, pero supongo que, como todo, me quedo con los mejores. Con los que me han hecho que cuando piense en este año que está apunto de acabar se me dibuje una sonrisa en la cara.
Pienso que es bonito hacer balance y reflexionar en lo que ha venido y en lo que vendrá, pero sobre todo en quién ha estado a nuestro lado cuando hemos vivido esos buenos o malos momentos. Agradezco a todas y cada una de esas personas que han compartido aunque sea unos minutos de estos 20 años conmigo, porque para mí ha sido especial haya sido cual haya sido la situación y permanecerá en el recuerdo para siempre.
Para mí no solo el día de mi cumpleaños es especial, también lo es en parte el día 11, el 12 o el 14 de Noviembre, porque son justo los días anteriores y poco a poco se va sintiendo la emoción acumulada ante la llegada de ese día más especial aún.
Antes de ayer, mientras esperaba una larga cola en un sitio pensé que esperar es la cosa que más odio del mundo. Pero, precisamente mientras esperaba, me di cuenta de que a lo mejor no es tan malo como parece. Porque cuando esperas algo con ansia esos momentos previos son casi más importantes que el hecho en sí, porque están llenos de emoción y esperanza ante lo que va a suceder. Por eso me encanta el 5 de enero, la semana antes de las fiestas del pueblo o el 14 de Noviembre.
Solo espero que nada ni nadie me quiten nunca esta ilusión, porque a veces, es lo único que nos queda.
Lo único.
B
Lo único.
B